DE LOS OCÉANOS, LOS LIBROS Y LA CULTURA NAVAL

portada del libro

Vapores de Negras Chimeneas.

Hay una vieja anécdota relativa a la Compañía Trasatlántica que me encanta y que refleja de forma muy gráfica la idea que tenía el Marqués de Comillas de lo que debían ser su  compañía y sus vapores. Se dice que en una ocasión el presidente de la Trasatlántica, que orgulloso  mostraba  a un colega naviero uno de sus vapores, fue interpelado por éste en relación al hecho de que la chimenea del vapor en cuestión era un soso cilindro negro que no mostraba contraseña o insignia alguna como era habitual.

Don Antonio López, orgulloso y algo fanfarrón, contestó de inmediato:

“Mis vapores no necesitan exhibir contraseña alguna para que quien los vea sepa sin que le quepa duda alguna que está viendo un barco de la Compañía Trasatlántica Española”

Si uno piensa detenidamente en la contestación que el de Comillas dio a su colega comprobará que en realidad no hay nada de fanfarronería en la misma. Se trata de toda una declaración empresarial de intenciones. Desde que Antonio López comienza en el negocio naviero en Cuba con el General Armero hasta que se hace de forma definitiva con el contrato de comunicaciones marítimas es más que probable que pensara en poseer o ser el presidente de  una gran naviera, como llegó a ser la Trasatlántica, que se convertiría en ejemplo de excelencia marítima en todas sus facetas. Sin embargo es más que probable que ni en sus más ambiciosos sueños, López y López imaginara que la compañía por él fundada se iba a convertir en uno de los mayores emporios navieros de Europa y América; una enorme y prestigiosa potencia naviera conocida y respetada en todo el mundo cuyos buques navegarían por todos los mares del planeta durante más de un siglo.

Los vapores de la Trasatlántica nada menos. He de admitir que cuando Vicente Sanahuja me propuso participar en este precioso proyecto suyo de publicar un libro sobre los vapores de la Trasatlántica me entusiasmé. Hablamos siempre con admiración  de la Compañía Trasatlántica pero olvidando frecuentemente que la herramienta con la que las navieras obtienen sus beneficios son sus barcos, en este caso sus vapores. De hecho en las dos últimas décadas son varios los trabajos acerca de la Trasatlántica que han visto la luz pero centrando sus contenidos en la naviera en sí o en hechos bélicos o históricos en los que la Trasatlántico participó de forma más o menos relevante y dejando en un segundo plano la historia de sus barcos lo cual, en mi modesta opinión, es un serio error que desmerece el trabajo ya que la naviera es lo que es y forja su historia merced a sus buques y al historial de los mismos.

Desde un punto de vista histórico, tres son los aspectos más interesantes que habría que reseñar  de los vapores de la Compañía Trasatlántica Española. En primer lugar fueron los buques que casi durante un siglo sostuvieron y permitieron el flujo migratorio desde España al Caribe, América del Sur y otros territorios del nuevo mundo y fueron los responsables de mantener líneas de pasaje abiertas con destinos tan dispares como África occidental, los Estados Unidos, Filipinas y países del medio y lejano Oriente. Naturalmente hubo otras compañías que participaron en estos tráficos pero en un volumen nunca equiparable al de los Vapores Correo de la Compañía Trasatlántica.

En segundo lugar, como antes hemos mencionado, los vapores de la Compañía Trasatlántica ampliaron las fronteras comerciales de nuestro país traficando, en el buen sentido de la palabra, y abasteciéndonos con mercancías de ultramar de forma continua durante décadas, al tiempo que daban salida a nuestros productos exportables.

La aportación al esfuerzo bélico es sin duda el tercer aspecto histórico relevante merecedor de un estudio histórico sereno y detallado. La Guerra de Cuba, con sus  heroicos episodios como los de don Manuel Deschamps  y otros muchos capitanes  burlando el bloqueo yanqui para pasmo y asombro de los mandos de la US Navy y también, cómo no, con terribles pérdidas como fueron las de los Alfonso XII, Antonio López o el Isla de Mindanao. En el año 1936, ya bien metidos en el siglo XX, el estallido de la Guerra Civil Española sorprende a la Trasatlántica con su flota muy mermada. De un total de 15 buques, sólo siete están operativos; son los Cristóbal Colón, Habana, Marqués de Comillas, Magallanes, Juan Sebastián Elcano, Manuel Arnús y Mogador. Los ocho restantes, a estas alturas ya muy viejos y con alguno convertido en pontón carbonero como es el caso del Alicante, se encuentran fuera de servicio y amarrados en distintos puertos, sobre todo en el de Barcelona, Los otrora orgullosos liners Infanta Isabel de Borbón y Reina Victoria Eugenia, rebautizados como Argentina y Uruguay con el advenimiento de la República, son ahora viejos candrays que se pudren en el puerto de Barcelona reconvertidos en checas o cárceles del pueblo. Los bombardeos de la aviación Italiana en el año 1939 acabarán con estas tres unidades mencionadas. De los que aún estaban operativos se perderían el Juan Sebastián Elcano al ser incautado por la URSS en Odessa, el Manuel Arnús incautado por el Gobierno Mejicano y el Cristóbal Colón por varada en Bermuda.

Habría un cuarto factor a tener en cuenta acerca de los correos de la Trasatlántica, tal vez no tan importante como los tres anteriormente descritos, pero no por ello menos interesante. El prestigio internacional de los buques de la compañía, su papel como representación internacional  de España en los puertos de escala (especialmente en los del  Caribe y línea de América del Sur), su función social. Si usted amigo lector tiene la oportunidad de ojear algunas de aquellas revistas ilustradas tan populares en el primer cuarto del pasado siglo podrá comprobar que es raro el ejemplar en el que no se publicaran   comentarios acerca de los vapores de la compañía. Reseñas con motivo del viaje a bordo de los trasatlánticos de celebridades y personalidades diversas. Políticos, embajadores, toreros, artistas diversos, tonadilleras, intelectuales, militares, miembros de la familia real, millonarios, indianos o grandes industriales eran pasajeros habituales de estos buques y poblaban sus habilitaciones de primera clase dando lugar a chismes de sociedad y anécdotas impagables que han llegado hasta nuestros días como memoria de una época, una sociedad  y de una forma de viajar que se fueron ya para siempre. Me vienen a la memoria, por ejemplo, los casos de Leon Trotsky navegando hacia su exilio en Méjico a bordo del viejo y  heroico Montserrat, con billete pagado por el propio Marqués de Comillas, quejándose de las condiciones de viaje en el barco o aquella anécdota de don Juan Ramón Jiménez, no recuerdo a bordo de qué barco (pudiera ser el Buenos Aires) que, en viaje de regreso desde América del Sur,  le mojaron el equipaje y que con un cabreo de los que hacen historia, el padre de Platero y Yo se quejaba amargamente de que  aquello le pasaba “por viajar en barco de carga, que no de pasaje” una de las peores ofensas que se le podía hacer a un capitán de la Trasatlántica. Por cierto que los capitanes de los correos de la Trasatlántica eran también auténticos personajes de época. Todavía no se ha escrito un libro sobre ellos pero les aseguro que de hacerse sería un volumen de los gordos. La nómina de capitanes de la Compañía Trasatlántica Española estaba compuesta por un heterogéneo grupo de marinos mercantes españoles aunque con un denominador común: el sello, la impronta, el orgullo o la forma de ser de aquellos que prestaron sus servicios a bordo de los vapores correos de la Compañía. Los Deschamps, Fano, Roldós, Maristany, Onzain, Lavín, Oyarbide, Agacino y docenas de nombres más que van quedando desdibujados y perdidos en la memoria con el paso del tiempo. 비트코인 도박

De estas y otras muchas cosas trata este libro que ahora tiene usted entre sus manos. Son fundamentalmente historias de barcos las  que en el mismo va a encontrar. Historias de los correos de la Compañía Trasatlántica Española que recuperamos gracias a la iniciativa de Vicente Sanahuja con la inestimable colaboración de Roberto Hernández, El Ilustrador de Barcos, quien con sus ilustraciones navales ha hecho que en nuestros puertos vuelvan a atracar unos cuantos correos de la Compañía cuya memoria ha quedado restaurada. 

Nunca debemos olvidar que la memoria y la historia de aquellos sobrios vapores de negras chimeneas que con la bandera de España largada a popa ampliaron las fronteras comerciales de nuestro país, forma parte indispensable de nuestra historía marítima reciente, en definitiva de la Historia de España. El conocer la historia de aquellos viejos correos enriquecerá nuestro conocimiento y nos hará más libres.

Título: Historias de la Marina Mercante Española. Volumen 2
Fecha: Santander, 2015
Editorial: Ediciones Sanahuja
Páginas: 191
Estado: Agotado